Hace justo tres semanas, dio comienzo una maravillosa aventura para los nuevos alumnos, pero también para sus familias y nosotras las maestras.
Miles de emociones se mezclan en las entradas: llantos, miedos, nervios, impaciencia, algunas sonrisas y caritas de incertidumbre, en definitiva para poder ir poco a poco descubriendo el nuevo espacio en el que los peques estarán durante este curso escolar.
Emociones que todos debemos digerir para que la aventura sea inolvidable y lo más agradable posible y entre todos podamos llegar a formar una gran familia de la que aprender juntos...
Y ante la angustia que algunos seguís viviendo en el momento de la llegada por conocer como han pasado el día vuestros hijos,la respuesta os la dan vuestros pequeños al abrir la puerta mágica y recibir esas sonrisas. Poco a poco van acercándose más a nosotras y nos abren su corazoncito y os aseguramos que en un periodo corto de tiempo se van a sentir como en casa.
No tratéis de comparar a los niños unos con otros en este periodo , dejad que cada uno lleve su ritmo, que es el que necesita, ya que puede variar por las diferencias de edad, el carácter del niño, faltas de rutinas, hábitos poco establecidos, estilo de apego y en definitiva la capacidad de adaptarse a los cambios, debido a todo esto es imposible encontrar una receta globalizada y el proceso lo hacemos individualizado, atendiendo a las necesidades específicas. "Una mirada para cada niño"
Lo que sí os podemos asegurar es que damos todos los abrazos que se necesitan, ofrecemos la mano las veces que sean necesarias, acariciamos y nos mostramos cercanas y somos apoyo emocional para todos ellos. Se necesitan muchas dosis de paciencia, cariño, confianza y muuuuuucho amor.